Daniel Wells es un joven estadounidense que consigue trabajo como profesor adjunto de inglés justo al terminar la carrera. El trabajo requiere el traslado a Tonoharu, una pequeña localidad japonesa. Esta es la historia de carácter autobiográfico que nos cuenta Lars Martinson en Tonoharu (Editorial Sins Entido), una novela gráfica de dibujo sencillo pero expresivo.
El protagonista se siente abrumado por el aburrimiento y la soledad ya anunciados desde un principio por su predecesor. En la novela observamos las grandes dificultades de adaptación de Wells, quien lleva una vida demasiado solitaria. Los profesores y el personal de la escuela se muestran muy distantes con él y los alumnos lo ven como algo exótico, curioso y divertido. Además, su contrato le obliga a estar todo el día en la universidad aunque no tenga nada que hacer. Al principio intenta fingir que trabaja, pero luego ya ni siquiera se molesta en ello e incluso llega a dormir en un banco sin ningún tipo de disimulo. A lo largo de la novela nos identificamos con él, sus problemas y su frustración. La barrera cultural e idiomática es asfixiante. Sólo algunos personajes como Constance, el señor Sato, la señorita Mori y Steven harán su estancia en Japón más llevadera.
La monotonía se ve reforzada con la repetitiva composición de viñetas 4×4 que se repite a lo página tras página, composición sencilla pero muy acertada para la experiencia vital que nos quiere contar. La historia, aún siendo autobiográfica no usa nombres ni topónimos reales, por lo que no sabemos si realmente todo lo que cuenta sucedió como lo cuenta. La realidad y la ficción se mezclan sin perder el carácter muy realista y costumbrista de la obra. Imprescindible para todo aquel que vaya a vivir una temporada en Asia Oriental.