J. K. Rowling ha sido inteligente. Año tras año el joven mago que protagonizaba sus libros fue creciendo junto a sus lectores. Ahora esos lectores han crecido y es de esperar que sus intereses se decanten por novelas para adultos. Y eso es lo que Rowling les ha ofrecido. Pero no solo ha sido inteligente, sino que también ha sido valiente: Rowling sabe que ella es «la que escribió Harry Potter» y cuando uno está tan encasillado como ella, es muy fácil que decepcione a aquellos que tenían unas expectativas equivocadas. Pero, desde luego, si alguien puede permitirse escribir sin importarle demasiado esto es J. K. Rowling, quien ya ha amasado una gran fortuna con la heptalogía de Harry Potter.
Una vacante imprevista es el título que muchos hemos estado esperando desde que se anunció que la autora estrella de nuestra infancia estaba escribiendo un libro para adultos. Para satisfacer nuestra nostalgia, en España lo edita Salamandra en un formato, fuente y papel muy similares a lo que usaba para los libros de Harry Potter.
La historia de sitúa en Pagford, un pequeño pueblecito inglés cercano a la ciudad de Yarvil (ambos topónimos son inventados). La ciudad, hace años, construyó una urbanización de viviendas de protección oficial (Los Prados) que, aunque es competencia de Yarvil, se encuentra más cercana a Pagford. El problema es que la urbanización pronto se convierta en un nido se suciedad y pobreza donde gran parte de la población tiene problemas de drogadicción.
Esto crea una división en el pueblo, pues algunos quieren desentenderse de ellos y cerrar la clínica de desintoxicación que supone muchos gastos para una población que no contribuye; mientras que otros defienden la necesidad de ayudarlos y darles otra oportunidad. Barry Fairbrother, uno de los miembros del consejo municipal, había dado siempre un cierto equilibrio al asunto, ya que viniendo de Los Prados, había conseguido cierta notoriedad en Pagford. Pero Fairbrother muere inesperadamente y el equilibrio se rompe. Su muerte deja una plaza vacante en el consejo y automáticamente se inicia una batalla por ocupar su puesto y hacer decantar la báscula hacia un lado u otro.
La historia, aunque toma como eje central este conflicto, pone su atención también en los habitantes de Pagford. Y esto es lo mejor de la novela: Rowling es realmente buena relatando historias personales y relaciones de pareja, amistad y familiares. Su habilidad para los diálogos y la construcción psicológica de los personajes consigue sacarnos rápidamente de la confusión inicial por la gran cantidad de gente que convive en las páginas del libro.
Es por eso que la historia no toma forma de tablero de ajedrez, sino que parece más bien un experimento sociológico en el que ha puesto un grupo de personas muy diferentes en una situación concreta y les observa para ver como reaccionan. Los candidatos no son grandes manipuladores que mueven piezas a conciencia mientras observan y predicen las jugadas de sus contrincantes: son tres hombres comunes y corrientes que participan en una guerra disfrazada de cordialidad y buenos modales.
Otra cosa destacable de los personajes es que no hay un protagonista. Es más, en Pagford no hay ni héroes ni villanos. Cuando el lector escoge su propio héroe, éste le decepciona más adelante. Y, al contrario, su personaje más odiado actuará de forma que le hará comprender que también él tiene su corazoncito. Como en la vida misma, Rowling nos muestra que el mundo puede ser realmente injusto y que puede que las cosas te vayan mejor si eres mala persona.
Pero en su empeño por mostrarnos la peor faceta del ser humano cae en un exceso de sordidez e intenta abarcar demasiados temas, todos ellos muy complicados: drogodependencia, violencia doméstica, pedofília, abusos sexuales, prostitución, acoso escolar, depresión, intentos de suicidio, etc. Cuando tratas tantos temas difíciles, tienes muchos números de que te salga mal; todos estos temas acaban por ser tratados de forma demasiado ligera.
Por suerte lo contrarresta con un estilo austero, directo, sin florituras ni reflexiones que intenten emocionarnos por la vía fácil. Y, de hecho, cabe pensar en la posibilidad de que la autora haya tenido contacto directo con algunos de los temas que aparecen en el libro, pies ella también ha sido madre soltera con problemas económicos. Además. su experiencia como maestra en la escuela pública la debe haber acercado a los problemas de los adolescentes, los cuales son los personajes más trabajados de la novela. Sea como sea, está claro que nos encontramos ante algo que no se asemeja a nada de lo que hemos leído antes de la autora. Y dado que en la mayoría de los casos no es la trama lo que vende el libro, sino el nombre que lo firma, puede resultar decepcionante y engañoso.
Aún así, hay que decir que en Una vacante imprevista nos encontraremos con una buena novela que, sin ser una obra maestra, está bien escrita y sus personajes están tan bien perfilados (tanto en sus virtudes como en, sobre todo, sus defectos) que consigue que nos sintamos reconocidos en ellos sin despertar nuestra simpatía. Pagford es un pueblo de locos, donde la mayoría de los adultos cree estar en el centro del munso, muentras los más jóvenes sólo pueden pensar en huir.