1.- Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
2.- Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto cuando estas órdenes se oponen a la primera Ley.
3.- Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la primera o segunda Leyes.
A todos nos suenan las tres leyes de la robótica que diseñó Isaac Asimov y en las que se basa su obra más conocida, Yo, robot, editada en España por Edhasa. Parecen leyes claras y sencillas, que garantizan la seguridad de los humanos y el buen funcionamiento de las máquinas, pero como todas las leyes están sujetas a múltiples interpretaciones. Y ahí es donde reside la genialidad del libro de Asimov.
Si habéis visto Yo, robot, la película protagonizada por Will Smith, no os penséis que sabéis de qué va este libro. El film se basa ligeramente en el universo creado por Asimov, pero no tiene demasiado que ver la historia en sí. El libro se compone de diversos relatos, ordenados cronológicamente, que nos permiten ver la evolución de los robots a partir de anécdotas curiosas relacionadas siempre con la interpretación de las leyes de la robótica que hacen los robots mismos.
Las paradojas causan problemas a los robots, incapaces de discernir conceptos éticos. Cómo más complejos son los robots y sus habilidades, más complicados son los problemas que se plantean. Me ha gustado mucho, por ejemplo, un relato en el que un robot capaz de leer las mentes de los humanos (cuidado, voy a chafar el final de este relato) miente deliberadamente a estos humanos sobre lo que piensan los demás de ellos para evitar dañarlos emocionalmente y así infringir la primera ley. Lo que no piensa el robot es que el daño puede llegar a ser aún mayor debido a que genera falsas ilusiones.
Las paradojas que se plantean son realmente ingeniosas y dan mucho que pensar sobre cómo deberemos relacionarnos con las máquinas en un futuro. Asimov trata varios temas: la rebelión de las máquinas, la robotización del individuo, la vinculación del hombre a la máquina. Una vez entras en el juego de las leyes, el relato se vuelve divertido e interesante y te obliga a mantenerte enganchado leyendo para averiguar qué motivos llevan al robot del capítulo a actuar cómo lo hace.
Es un libro interesante y ameno, que te divierte y te hace reflexionar y, por ello, lo recomiendo encarecidamente.
Es una de las bases de la ciencia-ficción moderna y tambien plantea serias preguntas que nos deveriamos hacer cuando comienzen a existir los primeros robots
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