Hoy vengo a hablaros de un libro que, si no fuera por el Summerthon, seguramente no me habría leído. Y es que entre los retos está el de leer un libro escrito a cuatro manos, es decir, por dos autores. Tras mucho buscar di con Don de lenguas, un libro escrito por Rosa Ribas y Sabine Hofmann y publicado por Siruela.
La protagonista del libro es Ana Martí, una chica que lucha por hacerse un hueco dentro del mundo del periodismo. Ana es inteligente, muy curiosa y perfeccionista. Es consciente de que su condición de mujer le atranca muchas puertas y de que debe hacer un gran esfuerzo para abrirlas. Aún más en la época que vive, la dictadura franquista. Y aún más si cabe por venir de una familia “problemática” para el Régimen.
Ana está atrapada en la sección de sociedad de La Vanguardia, hablando de cócteles, recepciones y modelitos. Pero ella lo que quiere ser es periodista de sucesos. Así que cuando su jefe le da la oportunidad de cubrir el asesinato de Mariona Sobrerroca (al estar indispuesto el compañero al que le iba a caer el caso) decide darlo todo para demostrar su valía. Al implicarse tanto, acabará descubriendo que en la versión oficial de los hechos no cuadran ciertas pistas (en forma de cartas), por lo que contactará con una familiar, Beatriz Noguer, filóloga, para que la ayude.
El libro ofrece una visión bastante realista de la Barcelona de esa época. Transmite muy bien el clima de miedo y de represión que flotaba siempre en el ambiente. Ana Martí y, de hecho, muchos otros personajes, se sienten constantemente en el punto de mira y sienten la necesidad de contener sus propios pensamientos cada vez que conocen alguien nuevo. A través de sus ojos conocemos la corrupción y los brutales métodos de la policía.
Estamos ante una novela policíaca muy diferente. El ritmo no es trepidante, sino más bien sosegado, pero engancha igualmente. La temática negra es tan sólo una excusa para hablar de la sociedad, la hipocresía y la historia. La lingüística es una parte importante de la investigación y la literatura se mezcla con la vida real en la resolución de un caso que se le escapa al inspector Isidro Castro (un personaje interesantístimo). Los personajes no son ni buenos ni malos, simplemente pretenden sobrevivir o tener éxito y cada uno lo hace a su manera.
Muy recomendado.