Como sabéis, hace algunos meses leí Bajo la misma estrella, que me gustó bastante, así que luego cogí con muchas ganas Ciudades de papel, que me decepcionó un poco. Aún así, quise darle otra oportunidad a John Green y me he leído El teorema Katherine, que, como los demás libros, los edita Nube de tinta con un diseño muy bonito.

El protagonista del libro es Colin Singleton, un «niño» prodigio de 17 años que está dejando de ser un niño sin haberse convertido en un genio. Precisamente por ello está preocupado ante la posibilidad de no trascender nunca. Esta no es la única peculiaridad de la que goza su corta biografía, que se caracteriza por sus relaciones con diecinueve Katherines. Todas ellas lo han dejado a él, así que se siente capacitado para hallar un teorema que permita precedir qué miembro de una relación va a dejar al otro y en qué momento lo hará.

Su amigo Hassan, preocupado por el estado depresivo de Colin, lo convencerá para emprender un viaje que los llevará hasta Gutshot, un pueblo de Tennessee, en el que pasarán el verano y conocerán a Lindsey.

Este libro se parece más a Ciudades de papel que a Bajo la misma estrella. Es un libro que pretende ser ameno y divertido, nada dramático. Y menos mal, porque la historia de un niño superdotado que intenta crear un teorema de las rupturas no se puede tomar en serio de ninguna manera. El hecho de que crea que lo puede conseguir y que incluso va por buen camino le quita mucha credibilidad y, cuando llega a la obvia conclusión no puedes hacer más que cabrearte con John Green por hacerte perder el tiempo de esta manera. Me ha costado horrores terminar este libro. No ha conseguido engancharme, los personajes no me dicen nada y la temática me aburre.

Cada nuevo libro que se publica de John Green me gusta menos que el anterior. Teniendo en cuenta que los están publicando en el orden inverso al que los escribió, esto significa que John Green mejora a pasos agigantados. Esto significa también que no creo que vaya a leer Buscando a Alaska (a no ser que todo el mundo diga maravillas de él), pero sí que leeré el próximo libro que escriba antes de enterrarlo definitivamente.