«París era una fiesta» es una frase que como mínimo nos suena a todos de algo. Es el título que se le dio en español a la primera obra póstuma de uno de los grandes autores del siglo XX, Ernest Hemingway. Es una frase atrayente por lo que transmite: amor y nostalgia por el París de los años 20, una nostalgia que se contagia también a aquellos que, ni de lejos, hemos vivido ese momento.
París era una fiesta es un homenaje al mito de la Ciudad de las Luces, la capital de la literatura americana durante el periodo de entreguerras. La obra mezcla pasajes más íntimos y poéticos, con anécdotas divertidas de su época de juventud en un lugar en el que fueron «muy pobres y muy felices». Así vemos como el escritor intenta subsistir tras dejar de trabajar como periodista para dedicarse a su carrera como escritor. Conoceremos, a través de su punto de vista, a figuras como Gertrude Stein, Ezra Pound, Scotte Fitzgerald y Ford Madox Ford; y descubriremos porque se les llamaba «la generación perdida».
Hemingway describe, pues, el panorama cultural y la vida bohemia de París: los cafés frecuentados por escritores y artistas, el culto a la bebida, la belleza y la pobreza.
En este libro nos encontramos a un Hemingway nostálgico y orgulloso que nos cuenta las batallas vividas en apuntes que toman forma de cuentos breves que conservan su autonomía. Las anécdotas, los sucesos y las reflexiones sobre la propia escritura son la base de este libro que os recomiendo leer con calma. Un libro tierno, sorprendente y divertido.
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