Escribir poesía es algo tremendamente difícil. Aún más difícil es que te la publiquen. Y más complicado si cabe es que el libro sea leído. De lo primero sólo puede ocuparse uno mismo: con imaginación, constancia y trabajo puede conseguirse. Lo tercero depende del buen trabajo que hayas hecho (si tu libro gusta, el boca-boca se encargará de que llegue) y del que hagas una vez publicado (promocionar tu libro en persona y por internet hasta la saciedad para que el libro salga de tu círculo de amistades y llegue más lejos).
La parte seguramente más complicada, por no estar en nuestras manos, es que alguna editorial te dé el visto bueno y publique tu libro. El proceso hasta conseguirlo puede ser realmente desesperante, pueden incluso hacerte creer que aquello que tratas de publicar no tiene ningún valor. Para ayudarte si es el caso, existen editoriales como Bubok que te permiten publicar todo lo que quieras. Los libros que subas pueden ser vendidos tanto en formato electrónico como en papel. Bubok puede permitirse publicar todo lo que le llega porque no hacen tiradas largas, sino que simplemente imprimen para cada pedido que se hace.
El peligro es, para el autor, que si no sabe promocionarse bien, su libro puede quedar ahogado entre los miles de libros que se publican cada día. Para el lector en cambio, el problema es lo complicado que puede resultar distinguir entre lo que merece o no la pena adquirir.
Dicho todo esto, hoy quería hablaros de una compañera de trabajo, Sandra Fernández Jurado, que ha publicado recientemente su primer libro de poesía, Alucinaciones y profecías de Casandra, con esta plataforma. Tengo que decir que me ha sorprendido muy gratamente. Alguna que otra vez que conocido a gente que se las da de poeta cuando lo que hacen es encadenar palabras supuestamente bonitas sin sentido, creando un texto infumable y no apto para diabéticos. Éste no es el caso.
En el libro nos encontramos con versos hermosos, sencillos pero trabajados. Un cúmulo de imágenes que nos envuelven y nos llevan al mundo interior de Sandra. Un mundo nocturno que, entre copa y copa, nos lleva a reflexionar sobre el paso del tiempo, la soledad y la muerte. La mitología grecorromana está muy presente en este libro; ya desde el título nos encontramos con Casandra, quién por un castigo de Apolo podía ver el futuro que le aguardaba a la ciudad de Troya sin podérselo comunicar a nadie, pues nadie creía ninguna de sus profecías. Nos encontramos con Penélope, Dionisos, Crono, pero es Casandra la que está presente como un hilo conductor a lo largo de todos los poemas. Casandra es el nombre de la frustración de aquel que no consigue comunicarse a muchos niveles: es la soledad, es el paso del tiempo y es la muerte. Casandra a veces es el alter ego de Sandra, para ser después una fuerza exterior, una maldición.
Recomiendo este libro. De verdad, sería una verdadera lástima que cayera en el olvido, así que os pido que le deis una oportunidad. Os dejo uno de los poemas que más me ha gustado.
XV
Es esta una noche triste.
Como la indecisión de la llama
de una vela al temblar.
Porque dejo que el tiempo se esfume.
Como el humo de esa vela
se extiende por la casa.
En el aire, hedor a chamuscado:
el de las tareas inacabadas,
o el de los proyectos que han sido ideados
pero aún no realizados.
Lecturas de libros que han quedado pendientes.
Rutas imaginarias de viajes a países
que aparecen en las enciclopedias.
Lo que quise escribir,
y lo que al final resultó,
y lo que todavía está por escribir.
Los besos que no nos dimos
porque los asesinamos con la almohada.
La caricia que recorrió solo medio camino
—hasta el vientre—.
Los cachorros que hasta ahora no hemos tenido.
* * *
El tañido agrio y negro
de las campanas de la iglesia del pueblo
que tocan por la muerte de un vecino:
EL VECINO… ¡SOY YO!
Los cachorros que ya no vamos a tener.