El corredor del laberinto, de James Dashner (y la adaptación de Wes Ball)

9788493801311Vi hace un par de meses el trailer de la película basada en este libro y me entraron muchas ganas de leerlo. Pero como siempre, otros libros con más prioridad se han ido avanzado y lo he terminado leyendo deprisa para terminarlo el martes y ver la película el miércoles.

Ambas versiones me han gustado mucho y me lo he pasado muy bien con ellas, pero, como suele pasar, con el libro lo he disfrutado mucho más. Si veis la película antes y os gusta, leed el libro. De verdad. Podéis pensar que no vale la pena, que ahora ya sabéis de qué va la historia y cómo termina y todo, pero lo cierto es que hay muchas diferencias entre el libro y la película, en cómo se resuelve el laberinto y en muchísimos detalles que le dan profundidad a la historia. Pero no os voy a spoilear.

La historia comienza cuando Thomas se despierta en un ascensor que lo sube hasta un claro en el que lo reciben bastante hostilmente una cuarentena de adolescentes (todos chicos). Thomas se siente confundido y no es capaz de recordar trailer-final-de-el-corredor-del-laberinto-en-castellano-y-poster-originalabsolutamente nada de su vida anterior a la llegada al Claro. Excepto su nombre (en la película, en un primer momento, ni siquiera eso). La confusión aumenta al darse cuenta de que el Claro está rodeado de unos muros altísimos con cuatro aperturas que llevan a un laberinto. La principal norma es directa y sencilla: nunca, bajo ningún concepto, debe entrar en el laberinto, pues ahí es donde se esconden los laceradores, unos seres repugnantes y peligrosos, mitad animal, mitad máquina. El libro transmite la sensación de miedo y de asco de una forma verdaderamente increíble. El resto de información lo tendrá que ir sacando con mucha paciencia e insistencia, lo que le causa más confusión y ansiedad. En la película esto se lo ahorran para ir rápido, pero es que, de hecho, es una parte del libro que se hace innecesariamente pesada. Es bastante absurda: si lo que quieren es salir de ahí, ¿por qué no iban a querer contarle todo lo que saben y que así pueda ayudar de alguna forma? Luego, por suerte, el ritmo se hace ágil y ya no puedes soltar más el libro.

El caso es que la llegada de Thomas es diferente y parece desencadenar una serie de cambios en la rutina a la que estaban acostumbrados los clarianos. Normalmente, una vez al mes, el mismo día a la misma hora, sube la Caja y les trae un nuevo compañero, siempre un chico, acompañado de provisiones. Pero al día siguiente la caja sube a una chica inconsciente con una nota en la mano que dice que ella es la última. Las puertas del laberinto dejan de cerrarse por las noches, dejando vía libre a los laceradores: el final ha llegado y ahora deben jugarse más que nunca el todo por el todo para encontrar una salida.

Thomas es un protagonista bastante estereotipado: un chico inteligente y curioso que destaca por su insistencia suicida en sacrificarse por los demás. Sin embargo, hay personajes secundarios muy carismáticos en este libro. Mi favorito es Newt, que (gracias) en la película lo interpreta Thomas Brodie-Sangster, que es ideal para el papel (y ya que estoy, quiero que sea Kvothe en la adaptación a la tele que harán de El nombre del viento). Newt es el segundo al mando, un chico sensato, prudente e inteligente. Luego están Alby, el lider, que es gruñón y desconfiado; Chuck, el chico más joven e inocente, muy charlatán e incluso pesado, que quiere regresar con una familia que no recuerda; Minho, un chico también muy valiente que es capaz de reconocer los propios errores y los aciertos de los demás; y Teresa, la única chica y la clave para resolverlo todo. Estos son los personajes que más destacan.

La historia trata sobre la necesidad de vencer el miedo para seguir adelante. Trata también sobre la necesidad de confiar en los demás. Sobre la importancia de establecer y cumplir las normas, pero también de saber cuándo saltárselas. La pregunta que te sobreviene a la cabeza continuamente es ¿por qué?. ¿Cuál es el motivo que justifica el sufrimiento al que están sometidos estos chicos? El final es sorprendente, interesante y resuelve muchas dudas, pero abre aún muchísimas más y nos deja con ganas de leer/ver la continuación.

El libro lo ha escrito James Dashner y lo edita Nocturna Ediciones. La película la dirige Wes Ball. No os perdáis ni la peli ni (sobre todo) el libro. Que además, aprovecho para decir que en versión Kindle está a un precio muy razonable.

Os dejo el book trailer en inglés subtitulado (que me parece súper inquietante) y el trailer de la película en castellano:

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El hobbit: la desolación de Smaug, de Peter Jackson

El hobbit. La desolación de SmaugHacía ya un año que no viajábamos a la Tierra Media de la mano de Peter Jackson y realmente apetecía ver cómo continuaba la aventura del hobbit, los trece enanos y el mago gris. Por fin han llegado las fiestas navideñas y, con ellas, podemos acudir a la gran pantalla a ver El hobbit: la desolación de Smaug.

Pensaba que esta entrega sería floja y se alargaría como un chicle porque, al fin y al cabo, la historia que se cuenta en El hobbit es breve y no da, ni de lejos, para tres películas. Pero los guionistas han sido hábiles y han añadido nuevas tramas y personajes que no desentonan con el ambiente del cuento y ayudan a dar la sensación de que la historia avanza. Consigue poner el drama en marcha desde el inicio y mantenernos en vilo incluso cuando la película termina, dejándonos con ganas de que el 2014 pase rápido y podamos ver ya la tercera entrega.

Bilbo Baggins (Martin Freeman) prosigue su aventura junto a trece Enanos, liderados por Thorin Escudo de Roble (Richard Armitage), para recuperar la Montaña Solitaria y el Reino de Erebor. Después de haber conseguido llegar a avistar la Montaña, aún les queda camino por recorrer: se toparán con un cambiador de piel, con una colonia de arañas gigantes, con orcos y con elfos, hasta llegar a la Ciudad del Lago, desde donde partirán para finalmente, encontrarse con el dragón Smaug. Los obstáculos y las aventuras se interponen dándole ritmo al film. Gandalf (Ian McKellen), como viene siendo habitual, se separa del grupo para cuidarlos desde lejos librando sus propias batallas.

Los personajes ganan en esta película, respecto a la anterior. Vemos la evolución de Bilbo, quien como a poco va encontrando en sí mismo valor y seguridad, a la vez que se empieza a oler la corrupción de Thorin. Los enanos ganan personalidad y, al acabar la película somos capaces de diferenciar a un par o tres de ellos (todo un logro respecto a la anterior película).

Hay en la película una clara intención de enlazar El hobbit con la trilogía de El Señor de los Anillos. Ya se olía en la anterior película, en la que veíamos a Frodo en la fiesta de cumpleaños de Bilbo, a Gandalf y a Galadriel preocupados por una oscuridad creciente… En esta película el enlace es  obvio: vemos el ojo de Sauron, el ejército creciente de orcos, Bilbo empieza a ser rastreado cuando se pone el anillo,… ¡incluso vemos a Legolas hablando con el padre de Gimli!

El dragón está muy bien conseguido y los añadidos no chirrían, lo que es de agradecer. La elfa Tauriel (Evangeline Lilly) no aporta en sí nada interesante, pero sirve de motor para lograr cambios interesantes en otros personajes como Legolas (Orlando Bloom) o el enano Kili (Aidan Turner). Tampoco sabemos muy bien cuál es la función de Legolas en la historia, aparte de dar saltitos gráciles como una mariposa no hace mucho más, pero nos alegramos de verle. Tal y como ocurría en la anterior entrega, tenemos la sensación de reencontrarnos con viejos amigos, y eso es bueno.

El final no es, ni de lejos, un final, por lo que no me arriesgo a la hora de valorar la película. Habrá que ver la siguiente para valorar el conjunto. De momento puedo decir que, con esta parte, lo he pasado bien.

Gravity, de Alfonso Cuarón

GravityHacía ya dos meses que no iba al cine. Y es que tampoco he visto ningún tráiler que me llamara la atención. Pero no podía ignorar el revuelo que se ha formado con la última producción de Alfonso Cuarón, por lo que el fin de semana pasado vi Gravity.

A pesar de lo que había oído, no fui muy convencida. El tráiler me auguraba muchos nervios, tensión y sufrimiento, por lo que me temía que se me hiciera eterna. Nada más lejos de la realidad, se me ha pasado volando. Cuando se encendieron las luces de las salas no me podía creer que se hubiera terminado. El desenlace es tan rápido que no da tiempo a descansar antes de que termine la película.

Y descansar lo digo con todo su peso, pues ésta es una película que te deja cansado físicamente. La tensión, la falta de aire que vive la protagonista una y otra vez, el miedo,… todo termina por agotarte.

El argumento es muy sencillo: durante un paseo espacial reparando un satélite, dos astronautas, Ryan Stone (Sandra Bullock) y Matt Kowalsky (George Clooney), sufren un accidente debido a una lluvia de basura espacial y se alejan peligrosamente del satélite. La autosuperación por la supervivencia, la odisea por regresar a la nave y a casa y los problemas de comunicación con la Tierra son los principales hilos que guían la historia.

Aún con la sencillez del argumento, éste resulta más que suficiente, es creíble y, además, queda compensado con un espectáculo visual único, que nos lleva al espacio, nos corta la respiración y nos sobrecoge. Los efectos visuales están más que logrados. Y el sonido también: las explosiones son mudas y lo que más oímos es la falta de aire de la protagonista. La angustia y el miedo se nos transmiten gracias a los silencios, combinados con las fuertes inspiraciones de esta doctora que se halla perdida y sola en la inmensidad más absoluta.

Si hay un problema en la película es lo planos que son los personajes. Matt Kowalsky es un veterano, un viejo lobo de mar, un héroe intachable, seguro de sí mismo y seductor. Ryan Stone es una mujer que trata de ser fuerte tras haber sufrido una gran pérdida. Dos estereotipos muy trillados, que quedan medio camuflados en la grandeza del espectáculo al que asistimos. Es una lástima, si los personajes hubieran tenido más dimensiones, ésta sería seguramente una película inolvidable.

Ahora me ves, de Louis Leterrier

Ahora me vesAcérquense.  Porque cuanto más crean ver, más fácil será engañarles.” Esta es la premisa con la que empieza el tráiler de Ahora me ves, dirigida por Louis Leterrier  y es la que guía toda la acción de una película en que unos magos actúan como trileros, engañando a la policía, al público y a nosotros mismos continuamente para que lo único que sepamos con certeza es que la pelota nunca está en el vaso que creemos.

El argumento es interesante: cuatro magos reciben una invitación para entrar en una especie de club secreto, pero antes tendrán que unirse bajo el nombre de “Los cuatro jinetes” para pasar una serie de pruebas. Éstas consisten en montar una especie de espectáculos que aprovecharán para actuar de Robin Hood, robando grandes fortunas para repartirlas entre los afectados por la crisis. Los carismáticos ladrones se aprovechan de sus habilidades como coartada: la policía tendría que creer en la magia para acusarlos.

Los actores que representan a los magos (Jesse Eisenberg, Isla Fisher, Woody Harrelson y Dave Franco) se muestran bien sincronizados, lo que destila una especie de buen rollo que consigue que empaticemos con todos ellos. Cada uno de los magos está especializado en un campo diferente, por lo que el equipo tiene un gran potencial. Otro de los problemas es el ridículo papel que se le da a alguien como Morgan Freeman, completamente desaprovechado (enseguida te das cuenta de que lo han puesto ahí como reclamo publicitario) como un frustrado mago retirado cuyo único papel es explicarnos cómo se ha hecho cada uno de los trucos.

La película es entretenida y no aburre en ningún momento. El problema es que promete acción e ingenio y de lo primero tiene mucho, pero de lo segundo no tanto. Cuando vemos el tráiler esperamos ver algo a la altura de El ilusionista pero no lo consigue, pues no llegamos a creernos muchos de los trucos que aparecen en pantalla. Aun así, las intenciones que se esconden tras las acciones de los cuatro magos nos mantienen atentos, esperando desenmascarar al genio que lo ha ideado todo. Le falta esa verosimilitud para acabar de sacar partido a lo que nos plantean.

La falta de verosimilitud viene dada por una exageración de efectos especiales que terminan por saturar. Los trucos que funcionan mejor son los más simples, aquellos que hacen los magos al inicio de la película, cuando aún no trabajan juntos, y en la comisaría, durante los interrogatorios.

En resumen, ésta es una película que decepciona porque de entrada pone el listón muy alto. Aun así es entretenida y te hace pasar una muy buena tarde; eso sí, siempre que vayas dispuesto a dejarte sorprender sin más. Yo, personalmente, me lo he pasado muy bien viéndola.

Los últimos días, de Àlex y David Pastor

Los últimos díasA veces he oído decir que todas las historias que se pueden explicar ya están (por lo menos en cuanto a estructura) en la Odisea. En algunas historias esto es más evidente que en otras, pero en Los últimos días el paralelismo resulta obvio. La última película de los hermanos Pastor nos muestra un mundo apocalíptico en el que una enfermedad, conocida con el nombre de pánico, mantiene a la humanidad encerrada. La enfermedad es una especie de agorafobia contagiosa que se expande mundialmente.

La acción transcurre en España, concretamente en Barcelona, donde el protagonista, Marc (Quim Gutierrez), un joven agobiado por las facturas que odia su trabajo, desarrolla la enfermedad en la oficina. Se verá obligado a aliarse con el responsable de recursos humanos, Enrique (José Coronado), apodado «Terminator», para conseguir encontrar a su mujer, Julia (Marta Etura). Con el GPS de Enrique, ambos se moverán, en un descenso a los infiernos, entre los túneles de metro y las alcantarillas hasta llegar a su destino. Los protagonistas se embarcan en una especie de western urbano, en el que dos hombres viajan juntos, con objetivos dispares que deben compartir para sobrevivir. Así pues, Enrique toma el rol del pistolero viejo y curtido, que cumple su papel de formación del joven aspirante, Marc, para retirarse cuando su presencia ya no es necesaria.

Cuando la película inicia, ya conocemos el estado de la humanidad, que se encuentra atrapada en edificios cerrados, llenos de suciedad, delincuencia y desesperación, en un estado de salvaje supervivencia. Los continuos flashbacks nos permiten conocer a los protagonistas y su pasado como si de un capítulo de Perdidos se tratara. Así es como conocemos a los protagonistas y sus relaciones antes de la catastrófica enfermedad. La película recuerda a El incidente (2008) de M. Night Shyamalan, tanto en el hecho que el causante del apocalipsis es una epidemia que se propaga por el aire, de la que sólo se pueden proteger huyendo de él (encerrándose), como en la lucha desesperada por la unión de un núcleo familiar.

Pero esta película es especial, en gran parte por lo acostumbrados que estamos a ver imágenes de este tipo en Nueva York, Boston o Los Ángeles, pero esta vez la tragedia la vemos en Barcelona. Y vemos las ruinas de la Diagonal, el Arc de Triomf, el Hospital del Mar y la Via Laietana, llenos de humo, fuego o, al cabo de los años, vegetación. Las imágenes son realmente sobrecogedoras y no se borran fácilmente de la retina de los que pasamos por estos sitios casi a diario.

En ningún momento nos explican el motivo ni la cura de la epidemia: lo importante son las emociones y la obstinación de los personajes para conseguir su objetivo. Con sólo 5 millones de euros de presupuesto, los hermanos Àlex y David Pastor han conseguido un buen resultado, aunque con más presupuesto habrían conseguido unos mejores efectos especiales que acabaran de redondear la película. La acción, el drama y la ciencia-ficción están intercalados de forma bastante acertada.

El Hobbit: un viaje inesperado, de Peter Jackson

El Hobbit: Un viaje inesperadoUna de las películas más taquilleras de estas fiestas seguramente será El Hobbit: un viaje inesperado. Aunque pueda parecer mentira, hace ya casi una década del estreno de El retorno del rey, la última película de El Señor de los Anillos. Peter Jackson nos lleva de nuevo a la Tierra Media con una nueva saga, esta vez basada en El Hobbit, una precuela que nos cuenta cómo llegó el Anillo Único a manos de Bilbo Bolsón.

El film empieza justo antes de la fiesta de despedida de Bilbo (Martin Freeman) con la que comienza La Comunidad del Anillo. El mediano explica sus aventuras a Frodo a través de una carta donde escribe sus memorias. Y así es como nos desplazamos a 60 años antes, cuando Gandalf el Gris (Ian McKellen) convence a Bilbo para que emprenda un viaje junto a 13 enanos para recuperar el tesoro del reino de Erebor, que se encuentra bajo la custodia del dragón Smaug.

Hay muchos detalles que conectan la película con la trilogía anterior: el cameo de Frodo y la aparición de más personajes como Gandalf, Elron o Galadriel, la reiterada referencia a una oscuridad que algunos creen desaparecida pero que recupera poco a poco su espacio, ciertos paisajes como Rivendel o La Comarca y la atmósfera en general; todo es regreso en este film. Hay momentos que incluso rozan el autoplagio, como la escena en la que Bilbo descubre que el Anillo le hace invisible, que parece calcada de cuando Frodo hace lo propio: un tropiezo y, por arte de magia, el Anillo cae en el dedo, salvándolo de un peligro inminente.

La película está estirada como un chicle. Hacer 3 películas de un sólo libro es excesivo y se nota. Pero las partes exageradamente largas (como la llegada de los enanos a casa de Bilbo) son aderezadas con humor y alternadas con flashbacks explicativos llenos de acción. De este modo consiguen no ralentizar el ritmo y que la película no se haga pesada. En tres horas la película nos presenta a los personajes (aunque los 13 enanos son difíciles de recordar por separado y solamente destaca Thorin Escudo de Roble –Richard Armitage, quien se convierte en un nuevo Aragorn) y justifica a Bilbo en su posición de héroe, ya que únicamente Gandalf cree en él desde un principio.

El mejor momento del film es, sin duda, la aparición de Gollum y el juego de acertijos consiguiente. La escena, llena de tensión y comedia, hace que Bilbo conozca su propia valía.

El Hobbit es una historia que nos cuenta que incluso el más común de los mortales puede llegar a ser un héroe si se lo propone. En la película retrocedemos hasta 2003 para encontrarnos con personajes a los que echábamos de menos, batallas épicas, viajes interminables y lucha entre luz y oscuridad.

 

¡Feliz Navidad!

Frankenweenie, de Tim Burton

Éste está siendo un año especialmente activo para Tim Burton. Tras dirigir Sombras tenebrosas y producir Abraham Lincoln: cazador de vampiros, el cineasta nos trae Frankenweenie, una obra de animación basada en el corto homónimo de 25 minutos que hizo en 1984.
El corto original se grabó en blanco y negro y en acción real mientras trabajaba en Disney. El resultado fue considerado demasiado siniestro para el público infantil y la obra quedó arrinconada y Burton despedido. Tres décadas más tarde parece que Disney se lo ha pensado mejor y ha permitido al cineasta grabar un largometraje basado en aquel corto, esta vez en animación stop-motion.
La historia comienza igual que el corto: Víctor Frankenstein es un niño solitario y soñador que ama el mundo del cine y de la ciencia (Víctor no es otro que Burton de pequeño). Su mejor amigo es Sparky, quién hace de actor principal de sus películas grabadas en súper 8. El drama se desencadena cuando el perro es atropellado mientras persigue una pelota y Víctor,que no quiere tener que despedirse de su amigo, trata de resucitarlo mediante una tormenta eléctrica.

La película es un homenaje nostálgico al terror fantástico clásico de los años 30 y 40. En ella vemos múltiples referencias, la más obvia de ellas a la obra de Mary Shelley. Pero también encontramos referencias a Vincent Price, Boris Karloff, la momia, Godzilla, Van Helsing, etc. Todas las referencias que aparecen a lo largo del film tienen como eje vertebrador el amor de un niño hacia su perro y la dificultad para aceptar la pérdida. Este amor incondicional puede entenderse como una metáfora del amor de Tim Burton por un cine que veía de pequeño y que ya no existe.

Probablemente es por esta nostalgia por la que los monstruos que aparecen en el film son más entrañables que terroríficos. Es una película hecha desde la perspectiva de un niño crecido que intenta reencontrarse con la ilusión con la que vemos a Víctor mostrar su pequeña proyección amateur. En esta película, Burton ha intentado regresar a sus orígenes, recreando el argumento de su segundo corto mediante las técnicas y el estilo del primero, Vincent. Las figuras y los decorados están hecho con sumo cuidado, procurando darle al conjunto un aire retro que refuerza la nostalgia de la obra.

Por otro lado, el film también recuerda a las kid movies (películas protagonizadas por niños) de los 80 tan típicas del cine de Spielberg y de tantos otros y que habían sido homenajeadas no hace mucho en Super 8.

Frankenweenie es una película que trata sobre la nostalgia y el valor de la amistad; pero también nos habla de temas como la maldición de la codicia y la necesidad de amar nuestros proyectos para que salgan bien, del miedo al pensamiento distinto, de los peligros de la masa y del absurdo pensamiento maniequista. Una película sensible que deja un buen sabor de boca.

Entradas relacionadas:

Sombras tenebrosas, de Tim Burton https://laestanteriadenuria.wordpress.com/2012/06/04/sombras-tenebrosas-de-tim-burton/

Tim Burton por Tim Burton, de Mark Salisbury  https://laestanteriadenuria.wordpress.com/2012/05/07/tim-burton-por-tim-burton-de-mark-salisbury-ed/

Super 8, de J.J. Abrams y Steven Spielberg https://laestanteriadenuria.wordpress.com/2011/08/31/super-8-de-j-j-abrams-y-steven-spielberg/

Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio, de Steven Spielberg

La Aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio

Desde siempre he sido una gran lectora de cómics. De pequeña, cuando salía del colegio, solía ir a la biblioteca a hacer los deberes y pasar el rato hasta que salían mis padres de trabajar y me llevaban a casa. Allí fue donde descubrí a Els Barrufets, Mortadelo y Filemón, Rompetechos, El botones sacarino, Les aventures d’Espirú i Fantàstic, Superlópez, Astérix y Obélix, etc. Entre estas y muchas otras obras, una de mis favoritas siempre fue Las aventuras de Tintín, por lo que no es de extrañar que desde que oí por primera vez que Steven Spielberg y Peter Jackson iban a llevar al intrépido reportero y a su perro Milú al cine estuve esperando impaciente el resultado.

El personaje de Tintín se alza como un Quijote, ingenuo, pero lleno de buena voluntad y deseoso tanto de aventuras como de proteger a los débiles. Pero, a diferencia del Quijote, no se distrae de la realidad creando situaciones cómicas. Esto último lo deja más a sus compañeros de aventuras: el borracho Haddock, el despistado y sordo Tornasol, los ingenuos y poco avispados inspectores Hernández y Fernández, etc. son los que pierden el contacto con el mundo real provocando infinitud de situaciones graciosas. Estos personajes, no obstante, en el momento justo se arman de coraje y son salvados por su honradez.

En Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio, Tintín y Milú descubren un gran secreto que se oculta en una maqueta de un barco, que lo pone en el punto de mira de Ivan Ivanovitch Sakharine, el supervillano malvado malvadísimo de turno. Para desvelar el misterio, Tintín se embarca en uno de sus viajes por el mundo. Cada giro inesperado del viaje arrastra a Tintín, Milú, el capitán y los inspectores a nuevos peligros y emocionantes escenas.

El reencuentro con Tintín, Milú, los inspectores Hernández y Fernández y la cantante de ópera Bianca Castafiore ha estado a la altura de las expectativas. No es así con el caso del capitán Haddock. No sé si es porque cuando lo leí era aún muy pequeña y todo me parecía más fuerte, pero tengo la sensación de que el rudo lobo de mar ha suavizado notablemente su carácter, reduciendo su considerable repertorio de insultos extravagantes. En la película me ha parecido más un borracho bonachón y tontaina. No sólo los divertidos insultos del capitán hemos echado de menos, sino también al despistado profesor Tornasol, aunque damos por hecho que aparecerá en siguientes entregas.

La película respeta el espíritu de una época entrañable en la que siempre ganaban los buenos. Técnicamente asombrosa, visualmente espectacular y con escenas de acción realmente muy logradas.