Lulú. Primera nit, de la cía. Roberto G. Alonso

El fin de semana pasado fui a ver Lulú. Primera nit, una obra de danza contemporánea basada en el personaje de Lulú de Frank Wedekind. La pieza, llena de belleza, sensualidad y movimiento se representa en el Teatre Gaudí de Barcelona y es la compañía Roberto G. Alonso quién, una década después de su estreno en el Festival Internacional de Teatro de Sitges, sigue haciendo bolos. Lulú es una femme fatale, que denuncia la actitud hipócrita de la burguesía ante la sexualidad luchando contra los tabús desde la ingenuidad, pues Lulú carece de ellos. Lulú es radical, sin ideales, volcada al deseo, a la sensualidad y al placer. El personaje de Wedekind es la encarnación del caos que atrae a los hombres y los arrastra a la destrucción.

La escenografía es tremendamente minimalista (cómo el planteamiento de la obra misma que pasa de durar tres horas y tener 30 personajes en la obra original a durar sólo una y ser interpretada por cuatro bailarines en esta versión). El escenario queda envuelto por el público por los cuatro lados y sobre él se puede ver un taburete o silla en cada esquina. En el arranque, el encendido intermitente de los focos nos presenta a los cuatro personajes, cada uno en una esquina, ajeno a los otros y al público mismo. Con sencillos y pausados gestos se nos presenta así la personalidad de cada unos de los personajes: un marinero fuerte con una voracidad animal, una joven rubia, inocente y presumida, usa sensual y temible mujer de negro y un hombre delgado y tenebroso que parece tramar una venganza. Cuando el espectáculo inicia, los cuerpos se mueven guiados por el instinto erótico, balanceándose entre el amor, el odio, la pasión y la destrucción. Los bailarines (Cristina Martí, Oscar Reyes, Susana Rodríguez y Roberto G. Alonso) son capaces de emocionar y seducir al público en su lucha por dominarse los unos a los otros.

Las obras de Wedekind donde aparece el personaje de Lulú (El espíritu de la tierra, 1895 y La caja de Pandora, 1904) inspiraron la ópera Lulú de Alban Berg y habían sido llevadas a la gran pantalla un par de veces. No obstante, el personaje de Lulú tiene, aún hoy en día, algo que aportar y reivindicar sobre la sexualidad femenina. El espectáculo se puede ver de jueves a domingo en el Teatre Gaudí hasta el 30 de septiembre.

Yo también sabría hacerlo, de Christian Saehrendt y Steen T. Kittl

Uno de los temas a los que llevo dando vueltas desde hace años es al tema del arte contemporáneo: ¿cómo saber lo que es y lo que no es arte? ¿Cómo saber si nos están tomando el pelo? ¿Cómo preguntar todo esto sin quedar como un cavernícola a los ojos de los entendidos? Con objeto de obtener una respuesta empecé la lectura de Yo también sabría hacerlo. Entender el Arte Moderno (publicado por Ma non Troppo, del grupo Robinbook) de Christian Saehrendt y Steen T. Kittl, dos artistas alemanes que pretenden darnos un manual de instrucciones para el arte moderno.

Por desgracia, la conclusión sigue siendo que parece que no hay mucho que entender: nadie puede decir hoy en día qué es arte, el cual parece que se mide por parámetros puramente económicos. Saehrendt y Kittl recopilar anécdotas, chismes, teorías y situaciones para hacernos entender por qué hay que desconfiar del arte moderno y de aquellos que afirman entender algo. Por tanto, ya que incluso los más expertos se sienten desconcertados acerca de lo que se debe tomar como arte, los autores nos invitan a pensar y a que seamos nosotros mismos los que creemos nuestros propios parámetros para definir qué es el arte para nosotros.

Irónicamente, el libro nos da consejos para sobrevivir a las exposiciones, performances, las galerías, los museos, los galeristas, los marchantes, los coleccionistas, el público y los artistas. Me ha gustado especialmente cuando da una serie de adjetivos positivos que debemos aprender antes de ir a una exposición para combinarlos elegantemente a nuestro antojo y hacerlos los entendidos. Éstos son:“La obra es: muy emotiva / sutil / conmovedora / palpitante / tensa / tupida / nada pretenciosa / ambiciosa / visionaria / emocionante / compleja /pensada hasta el final / animosa /subversiva”. Según él, con estas palabras se pueden crear frases del tipo: “complejidad emocional cautivadora” o “nada pretenciosa, pensada hasta el final, visión sutil”. Con esto en mente, ya cualquiera puede ser un gran crítico de arte moderno.

El libro parece escrito por dos estudiantes gamberros cabreados con sus profesores. El resultado es muy mejorable, tanto en argumentos como en redacción (aunque eso puede que sea culpa de la traducción), pero es divertido. Eso sí, ayuda a quitarte  el complejo de gañán que se te queda cuando sólo ves montones de basura donde un gafapasta parece ver algo más.