Aquell jove reporter belga que tenia un fox terrier blanc

Aquell jove reporter belga que tenia un fox terrier blancYa mencioné que en el Museo de historia de Cataluña hay una exposición de Tintín que, obviamente, no me podía perder. El título me gusta por su sutileza: Aquell jove reporter belga que tenia un fox terrier blanc. Es el tipo de título que dirigido casi de forma exclusiva a aquellos que rápidamente sepan de quien habla: un título para los tintineros (o tintinaires).

La exposición no trata sobre los cómics en sí ni sobre las aventuras que en ellos se nos narran, sino que nos habla del exhaustivo trabajo de documentación que Hergé hacía antes de dibujar cada álbum. Hergé, como se puede apreciar, era sin duda un gran perfeccionista. La exposición, comisariada por Jacint Guillem, parte del trabajo de los investigadores para encontrar exactamente aquellas imágenes de revistas, postales, fotogramas, anuncios, ilustraciones, etc. que usó para crear las historias de Tintín, los ambientes e, incluso, los personajes. Para Hergé, la fiel reproducción de la realidad no era sólo una prioridad: era casi una obsesión.

La exposición, que, por cierto, es gratuita, se encuentra en un espacio reducido pero bien aprovechado. Cada uno de los álbumes cuenta con su propio rincón, con un resumen que nos recuerda de qué trata y un breve contexto histórico del momento. En cada uno de estos rincones vemos la portada de cada álbum, acompañada de viñetas junto con sus correspondientes fotografías e imágenes para poder establecer la comparación. También, por cada álbum, vemos una figura que escenifica una de las ilustraciones que aparecen dentro.

He disfrutado mucho de la exposición. Al observar y comparar los dibujos con las fotografías no puedes sino quedar admirado ante la minuciosidad del trabajo del dibujante. El cómic no ha sido nunca valorado de la forma que se merece y, aunque esto ha cambiado en las últimas décadas, exposiciones como ésta ayudan a entender, a dar a conocer y a valorar el titánico trabajo que se encuentra tras cada página.

La exposición se podrá ver hasta el 29 de septiembre.

Os dejo aquí el vídeo promocional, tan sutil como el título de la exposición.

Entradas relacionadas:

Som i serem (tintinaires), de Joan Manuel Soldevilla

Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio, de Steven Spielberg

Japonismo. La fascinación por el arte japonés

JaponismoJapón tiene una sorprendente capacidad para fascinarnos. Las artes marciales, las danzas, la decoración, la moda, la gastronomía, el manga…: su cultura nos llega en todas sus facetas desde el País del Sol Naciente para asombrarnos y hechizarnos. A veces puede parecernos que el interés por Japón sea algo muy novedoso y que el manga y el sushi son tan sólo una moda propia de nuestra época, pero la realidad es que el interés por lo japonés se extendió por toda Europa ya durante la segunda mitad del siglo XIX, dejando huella en las corrientes impresionistas, postimpresionistas, simbolistas y vanguardistas. Ahora, en el CaixaForum Barcelona podemos disfrutar de una exposición formada por más de 300 piezas en la que se muestra el inicio de las relaciones entre Europa y Japón y la incidencia de lo nipón en nuestra cultura. Así pues, podemos observar la relación del movimiento llamado japonismo con artistas españoles como Fortuny, Picasso, Regoyos, Casas, Utrillo, Dalí y Miró, entre muchos otros.

La muestra se llama Japonismo. La fascinación por el arte japonés y se exhibirá en Barcelona hasta el 15 de septiembre y en Madrid desde octubre de 2013 a febrero de 2014. La exposición ha supuesto un gran reto, ya que es la primera específica sobre el tema que se hace en España. Ricard Bru es el comisario que se ha atrevido con este trabajo, dando como resultado una exposición muy completa hecha a partir de obras procedentes de distintos museos y otras obras inéditas de colecciones particulares. En la exposición podemos apreciar como el interés por Japón se extendió por toda Europa gracias a los artistas curiosos que establecieron lazos para entender, aprender, amar y asimilar la cultura japonesa. En España la corriente nació en la década de los 70 del siglo XIX, siendo su mayor momento de influencia a finales de siglo, especialmente en Cataluña.

La apertura de las relaciones diplomáticas y comerciales con Japón, y la presencia de este país en las Exposiciones Universales, significó para los europeos un descubrimiento de un mundo inesperado, la influencia del cual terminó por impregnar casi todas las artes. La fiebre por lo japonés se instaló sobre todo en Barcelona, donde hubo varios museos de arte japonés y tiendas de exportación. El descubrimiento de una cultura como la japonesa que había estado encerrado en sí misma durante dos siglos llenaba de ilusión a los europeos que sentían estar descubriendo un mundo nuevo. La influencia sobrepasó pronto la escena artística para llegar a todos los ámbitos de la sociedad y la cultura más popular (en la exposición podemos ver incluso juegos infantiles). Pero en esta exposición no descubrimos la influencia japonesa en el modernismo (bastante conocida ya), sino que vemos los mecanismos, las causas y las consecuencias de dicha influencia.

La exposición es desde luego ambiciosa y rigurosa. El comisario, Ricard Bru, es un joven historiador del arte interesado tanto en el Modernismo y el Novecentismo catalán como en el arte y la cultura japonesas. Ha comisariado otras exposiciones, entre las que cabe destacar Imatges Secretes. Picasso i l’estampa eròtica japonesa, en el Museo Picasso de Barcelona, y Las estampas japonesas en el Museo del Prado. También ha trabajado el proyecto del British Museum Shunga: sex and humour in Japanese Art.

Vale la pena ir a ver la exposición, pues como ya he mencionado, reúne más de 300 obras, muchas de ellas nunca expuestas y que difícilmente podrás volver a ser expuestas juntas de nuevo. Entre las salas podremos ver libros, mapas, cuadros, cerámica, muebles, ropa, tapices, etc.: piezas todas ellas únicas y muchas de ellas exquisitas que ningún aficionado a los japonés y lo asiático debería perderse.

 

El Museo del Prado y los artistas contemporáneos

El Museo del Prado y los artistas contemporáneosEn 1991, el comisario Francisco Calvo Serraller organizó la exposición El Museo del Prado visto por 12 artistas contemporáneos. En la exposición sólo colaboraron artistas masculinos, por lo que hubo que esperar hasta 2007 para que en la exposición Doce artistas en el Museo del Prado, 12 mujeres expusieran su obra, complementando la exposición anterior.

Ahora, coincidiendo con el décimo aniversario de la Fundación Francisco Godia como anfitriona de los cursos basados en la colección del Museo del Prado, se ha decidido hacer una tercera exposición, titulada esta vez El Museo del Prado y los artistas contemporáneos, que reconcilia las dos exposiciones anteriores, mezclando a los 24 artistas en las salas de la Fundación. Así pues, en esta exposición recopilatoria, Francisco Calvo Serraller, nos muestra conjuntamente algunos de los artistas, hombres y mujeres, que crearon su obra inspirándose en piezas de la colección del Prado.

Los artistas que comparten las salas son Andreu Alfaro, Eduardo Arroyo, Isabel Baquedano, Miquel Barceló, Carmen Calvo, Naia del Castillo, Eduardo Chillida, Cristina García Rodero, Ramón Gaya, Luis Gordillo, Cristina Iglesias, Carmen Laffón, Eva Lootz, Blanca Muñoz, Ouka Leele, Guillermo Pérez Villalta, Isabel Quintanilla, Albert Ràfols-Casamada, Manuel Rivera, Gerardo Rueda, Antonio Saura, Soledad Sevilla, Susana Solano y Gustavo Torner. La exposición trata de establecer un diálogo entre el pasado y el presente para demostrar que el arte nunca queda anticuado, sino que se encuentra en un discurso siempre en perpetua renovación y actualización de sí mismo. La obra de arte nunca se agota, siempre tiene algo más que ofrecernos.

Desde mi punto de vista, la exposición tiene un problema y éste es que no se entiende la relación que guardan muchas de las obras con lo que uno pueda recordar del Prado de entrada. Si bien es cierto que las líneas que se esbozan en obras como Las tres Gracias, de Andreu Alfaro o la niña que nos mira en La Menina de Isabel Quintanilla nos recuerdan a las conocidísimas obras de Rubens y Velázquez; otras obras expuestas como las de Chillida o Manuel Rivera no son capaces de llevarnos a Madrid por sí solas. Y las escuetas explicaciones escritas en las paredes tampoco ayudan mucho más a ello.

A su favor sí tengo que decir que el catálogo de la exposición se puede conseguir en formato PDF de forma gratuita en la página web de la fundación y sus explicaciones consiguen acercarnos un poco más a los conceptos que se esconden tras algunas de las obras menos transparentes. Otras, aún así, siguen siendo opacas, como a menudo ocurre con el arte contemporáneo. La exposición se podrá visitar en la Fundación Francisco Godia hasta el 13 de mayo.

Ai Perejaume, si veies la munió d’obres que t’envolten, no en faries cap de nova!

Natura i signatura

Yo no conocía a Perejaume, pero con título tan curioso como este, la exposición comisariada por Martí Peran consiguió llamar mi atención, así que me dirigí a la sala de exposiciones de La Pedrera a saciar mi curiosidad.

El leitmotiv de la exposición es la saturación de arte que hay en el mundo, a partir de  la cual el artista hace una reflexión acerca de los límites y el destino del arte. Es por eso que Perejaume reivindica la necesidad de despintar, deshacer, desdibujar el arte y devolver las palabras e imágenes a su lugar de origen. El título exclama interpelando al autor: “Ai Perejaume”, y se lamenta “si veies…”. Parece que es la propia obra del autor la que se queja, o la exposición misma la que se siente cargada con tantas obras. O todas las obras, pasadas y futuras. No sabemos quién se queja. Pero sí sabemos que está cansado, es una voz fatigada y llena de melancolía.

Entre las obras me gustaría destacar las esculturas hechas a semejanza de piedras reales (en la imagen), la piedra sacada de una pedrera con una fotografía al lado de su lugar original con el cartel “this stone has been temporarily removed for exhibition” o el marco vacío en el que se puede leer “Pintura d’Olot que ha tornat la seva imatge a Olot”.

La obra parece incluso haber tomado conciencia de sí misma para cuestionar al creador. Lo cual no deja de recordar la cita: “Una vasija de barro (…) no se pone a discutir con quien la hizo. El barro no dice al que lo trabaja: ¿Qué estás haciendo?” (Isaías 45:9). Las obras de Perejaume se saltan la norma y se ponen por encima del autor, decidiendo ellas mismas incluso si quieren formar parte o no de la exposición. Una de las piezas es un fondo negro con unas letras que rezan así:

«Li he demanat a l’obra que havia de ser aquí:
—Digues, ¿vols que t’exposi?
—No ho sé —m’ha dit.
Però m’ha semblat que ho deia amb més
mostres de no que de sí.»

Una propuesta realmente interesante con obras llenas de humor, ironía e ingenio. Gratuita. Imprescindible la visita guiada.