Intocable, de Eric Toledano y Olivier Nakache

La verdad, no tenía intención de ir a ver Intocable. Me sonaba a peli sensiblona y de lágrima fácil. Y es que para ser una película claramente comercial, toca muchos temas complicados, lo que de entrada genera una cierta desconfianza: la diferencia de clases, la integración social, la discapacidad física, el racismo, etc. El resultado esperado suele ser una decepción de corte moralista o lacrimógeno. Eric Toledano y Olivier Nakache, directores y guionistas del film francés, conscientes del peligro, han conseguido crear una película con dos muy buenos personajes y una historia que huye de la compasión mediante el humor, consiguiendo tratar todos estos temas con respeto, pero sin miedo.

Nos encontramos con Phillipe (François Cluzet) un parapléjico cansado de la condescendencia de los demás que contrata a Driss (Omar Sy), un negro de los suburbios recién salido de la cárcel, nada calificado, para cuidarlo. Ambos personajes tienen mucho carácter; son dos polos opuestos que congenian a la perfección creando una amistad que los cambiará a los dos en un film lleno de energía. El mérito de la película consiste en no presentarnos a un inválido atormentado y llorón y a un inmigrante desamparado, sino a dos personajes que se ríen de sus desgracias con toda naturalidad. Sin duda esta naturalidad se consigue en gran parte por el carisma que despierta el personaje creado por Omar Sy, ocurrente, gracioso y gamberro.

La historia está basada en hechos reales. Philippe Pozzo di Borgo, quien ya había relatado sus vivencias en un libro (publicado en español por Anagrama), puso como única condición al llevar su vida a la pantalla, el que fuera tratada en clave de humor y con un tono amable. Las dos vertientes, comedia y drama van de la mano, de forma que aunque el ritmo de chistes nunca decae tampoco hacen que olvidemos la parte más dramática de la historia.

Aunque no aporta nada nuevo, funciona bien y el resultado final deja un buen sabor de boca. No es una película complicada ni profunda, sino más bien ligerita; pero lo que hace que valga la pena es que es una película vitalista, que nos habla de las ganas de disfrutar, de luchar y de superarnos. Consigue mantener la sonrisa en la boca del espectador cuando la situación inicial de ambos personajes nos llevaría más fácilmente al drama. Y a veces con esto basta.