El Faro, de Paco Roca

El faroHay ciertos autores a los que con tan sólo leer un par de obras ya fijas como un valor seguro en tu estantería. A Paco Roca lo descubrí, como la mayoría de la gente, gracias a la popularidad de Arrugas y no tardé mucho en darme cuenta de que tenía que leer todo lo que pudiera de él. Lo estoy haciendo poco a poco, salteando su lectura con la de otras obras (hay que ir combinando, la lista de libros pendientes crece cada día). Esta vez le ha tocado el turno a El Faro (Astiberri).

El Faro, como cuenta el propio Paco Roca, surge de la historia que le contó el abuelo de una amiga que luchó en la Guerra Civil y tuvo que huir a Francia. El protagonista del cómic es un joven soldado del bando republicano que intenta huir a Francia. Encuentra cobijo en un viejo faro de la costa catalana, donde el farero lo acoge. Ambos convivirán una temporada en el faro, y el anciano intentará transmitir su ilusión por la vida al joven soldado, quién ha perdido la capacidad de soñar en la guerra. El mensaje es claro: «No se puede ir por ahí, a la deriva, sin un sueño», dice el anciano. Poco a poco, el joven será capaz de soñar y luchar por sus sueños.

El viejo farero nos recuerda una y otra vez los clásicos literarios marinos que nos hicieron soñar de pequeños: piratas, Ulises, Julio Verne, Moby Dick, Gulliver y sirenas nos sumergen en nuestra infancia y consiguen que el personaje nos parezca realmente entrañable. Su empeño por encontrar la isla de Laputa es un claro ejemplo. Todo junto consigue incluso hacerte ver que el mundo puede llegar a ser muy mágico si realmente queremos que lo sea.

La historia tiene un ritmo pausado, como si fuera un cuento. Pero es un cuento de dimensiones épicas en el que se narra el viaje interior de un personaje que se ha visto alejado forzosamente de su hogar. Las continuas referencias a los grandes viajeros de la historia de la literatura se presentan como una referencia obligada para el aprendizaje que debe llevar a cabo el joven soldado, guiado por su mentor. Todos y cada uno de los viajantes descubren que realmente no importa el destino, lo importante es lo que aprendes en el camino mientras no apartes la vista de tu meta. El Faro es un homenaje hacia esa tenacidad de la que hablan los relatos de viajeros y soñadores; un canto a la libertad y a la paz.

Al final de la edición que he leído (la tercera) aparecen unas páginas en las que el mismo Paco Roca nos explica cómo, cada vez que se hace una nueva edición, revisa, corrige y “repeina” sus obras, cambiando aquí y allí algunas viñetas y diálogos. Realmente preocupación para presentar un buen trabajo se nota y sus lectores lo agradecemos. Esto me ha hecho pensar en el último cómic suyo que leí (El invierno del dibujante) y en cómo han cambiado las cosas desde entonces, un tiempo en el que los dibujantes no tenían derechos sobre sus dibujos y las editoriales podían hacer lo que quisieran con los dibujos sin ningún permiso del autor. Precisamente fue la lucha por sus sueños de los cinco dibujantes rebeldes lo que empezó a cambiar la situación hasta llevarnos a donde está ahora. En el fondo todo trata de lo mismo, ¿no?

 

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