Yo también sabría hacerlo, de Christian Saehrendt y Steen T. Kittl

Uno de los temas a los que llevo dando vueltas desde hace años es al tema del arte contemporáneo: ¿cómo saber lo que es y lo que no es arte? ¿Cómo saber si nos están tomando el pelo? ¿Cómo preguntar todo esto sin quedar como un cavernícola a los ojos de los entendidos? Con objeto de obtener una respuesta empecé la lectura de Yo también sabría hacerlo. Entender el Arte Moderno (publicado por Ma non Troppo, del grupo Robinbook) de Christian Saehrendt y Steen T. Kittl, dos artistas alemanes que pretenden darnos un manual de instrucciones para el arte moderno.

Por desgracia, la conclusión sigue siendo que parece que no hay mucho que entender: nadie puede decir hoy en día qué es arte, el cual parece que se mide por parámetros puramente económicos. Saehrendt y Kittl recopilar anécdotas, chismes, teorías y situaciones para hacernos entender por qué hay que desconfiar del arte moderno y de aquellos que afirman entender algo. Por tanto, ya que incluso los más expertos se sienten desconcertados acerca de lo que se debe tomar como arte, los autores nos invitan a pensar y a que seamos nosotros mismos los que creemos nuestros propios parámetros para definir qué es el arte para nosotros.

Irónicamente, el libro nos da consejos para sobrevivir a las exposiciones, performances, las galerías, los museos, los galeristas, los marchantes, los coleccionistas, el público y los artistas. Me ha gustado especialmente cuando da una serie de adjetivos positivos que debemos aprender antes de ir a una exposición para combinarlos elegantemente a nuestro antojo y hacerlos los entendidos. Éstos son:“La obra es: muy emotiva / sutil / conmovedora / palpitante / tensa / tupida / nada pretenciosa / ambiciosa / visionaria / emocionante / compleja /pensada hasta el final / animosa /subversiva”. Según él, con estas palabras se pueden crear frases del tipo: “complejidad emocional cautivadora” o “nada pretenciosa, pensada hasta el final, visión sutil”. Con esto en mente, ya cualquiera puede ser un gran crítico de arte moderno.

El libro parece escrito por dos estudiantes gamberros cabreados con sus profesores. El resultado es muy mejorable, tanto en argumentos como en redacción (aunque eso puede que sea culpa de la traducción), pero es divertido. Eso sí, ayuda a quitarte  el complejo de gañán que se te queda cuando sólo ves montones de basura donde un gafapasta parece ver algo más.